lunes, 16 de noviembre de 2009

LA METAMORFOSIS DE LA IZQUIERDA: 20 AÑOS DESPUÉS DE LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN


"Durante décadas, la gente ni siquiera podía acercarse al Muro de Berlín. Esa noche, la gente bailó sobre el muro y el mundo cambió."

HORST KÖHLER




Hace unos días se cumplieron 20 años de la caída del Muro de Berlín. Para conmemorar tan relevante efeméride, La Maldición de Spengler ofrece en exclusiva la transcripción de la entrevista que la cadena Cope de radio efectuó al conocido escritor Juan Manuel de Prada, a propósito de la posterior evolución que el mundo experimentó a partir de este acontecimiento.






Juan Pablo Colmenarejo: ¿Cree que ese día (hace 20 años) terminó el siglo XX?


Juan Manuel de Prada: Bueno, hay quienes sitúan esa fecha en el día de la caída del Muro de Berlín; también los hay que la sitúan tras el atentado del 11-s. Creo que la fecha de la que has hablado es, de todas formas, digna de marcar un hito dentro de la evolución interna de Occidente; una evolución que, en contra de las tesis optimistas que proliferan en estos días, es mucho más sombría de lo que generalmente se cree.



J.P.C. : Pero... ¿no fue ese día el triunfo de la Libertad?


J. M. P. : Sí, sin duda fue el triunfo de la "Libertad"... Lo que ocurre es que la "Libertad" es, en sí misma, un movimiento, y lo que cuenta en el movimiento es el "hacia dónde". Puede que el movimiento tenga un norte o esté desnortado, puede que sea un movimiento pequeño o gigantesco, puede que la dirección que tome sea hacia "adelante" o hacia "atrás"... En la libertad no es tan relevante la cuestión de "ser libre" como la de ser "libre para qué". Y creo que la "Libertad" que ha venido después de la caída del Muro, la de estos últimos 20 años, ha sido una Libertad destructiva. Mi opinión es que "los logros" de ésta podemos verlos hoy: libertad para retirar crucifijos, libertad para destruir toda clase de vínculos humanos (empezando por la Familia), libertar para abortar sin cortapisas, libertad para acabar con la transmisión de concierto fundada en la Tradición, libertad para experimentar con embriones...; en definitiva, Libertad para destruirnos. Sin embargo, creo que la obsesión por la Libertad que exteriorizan algunos no es más que la marca distintiva de los débiles.


J.P.C. : Cayó el Muro, pero ¿cayó junto a él la fascinación de la izquierda Occidental por los regímenes del "socialismo real"?


J.M.P. : En realidad parece que la izquierda había iniciado un proceso de "metamorfosis" 20 años antes, especialmente visible en mayo del 68. Evidentemente, hay por aquel entonces un momento en el que la izquierda se da cuenta de que los regímenes comunistas eran eminentemente represores de la naturaleza humana, por lo que provocaba en sus víctimas una reacción que se traducía en un "apetito" de Libertad. Pero esa Libertad adquiere en mayo del 68 unas connotaciones muy concretas: rebelión contra el Sistema, "apoteosis sexual"...; en suma, un intento de romper y transvalorar las normas. Es en ese clima que la izquierda realiza ese proceso de mutación, por otra parte inteligentísimo, en el que toma conciencia de que si quiere llevar a cabo su proceso de "ingeniería social" (pues la izquierda ha tenido desde sus orígenes un claro propósito de "transformar" a la sociedad), lo que debía hacer no era reprimir la Libertad, sino exaltarla al máximo hasta deificarla. Así la "Libertad" se convierte en un ídolo al que todos debemos adoración. Y es en ese proceso de "regeneración" donde está la clave para comprender que, tras la caída del Muro de Berlín, la izquierda está perfectamente pertrechada y dispuesta a lanzar su nueva ofensiva, que es precisamente la que estamos padeciendo hoy, y a la que la derecha no ha tardado en adherirse. De esta manera, esa exaltación destructiva de la Libertad nos está conduciendo a un nuevo modelo de tiranía mucho peor que las tiranías comunistas, y todo por una sencilla razón: bajo los regímenes represores, el Hombre es consciente de que se le está arrebatando algo que le pertenece por Naturaleza, que es su Libertad. En cambio, en las nuevas tiranías esa "bulimia" de Libertad provoca que el Hombre quede "anestesiado" ante los abusos del Poder.


J.P.C. : Unos meses antes de la caída del Muro, el Presidente de la RDA, Erich Honecker, fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense de Madrid; fue cuando declaró aquello de que "el Muro seguirá en pie cien años más", y se cayó seis meses después... Es como si la "progresía" española hubiese estado siempre muy atenta a esta clase de "homenajes" ¿no le parece?


J.M.D. : No debemos olvidar que hace poco tiempo también se le concedió ese mismo galardón a Santiago Carrillo, que aun simboliza la supervivencia de esta clase de ideologías. Por otro lado, actualmente el "Mátrix Progre" se complace en abrazar con alborozo a Hugo Chávez, otro personaje que representa la "puesta al día" del socialismo real. Al fin y al cabo, toda ideología necesita construir su propia mitología. Es indudable que hoy la izquierda europea reniega de estos regímenes porque los considera obsoletos y anacrónicos; pero ello es así porque a su vez ha descubierto que el "orden liberal", es decir, el sistema político basado en la economía capitalista, es infinitamente más eficaz de cara a realizar su proyecto de "ingeniería social". En este sentido, resulta muy fácil compatibilizar la veneración a este mitología pasada con la construcción de una "sociedad nueva" sustentada por los regímenes social-democráticos actuales. Por eso creo que no debemos engañarnos; la frase pronunciada por el Presidente de la RDA se ha cumplido: él sabía que "el Muro" iba a sobrevivir cien años más, precisamente porque también sabía que la izquierda había preparado esta metamorfosis...

lunes, 2 de noviembre de 2009

EL NUEVO ORDEN MUNDIAL EN CLAVE SPENGLERIANA


"Todo poder es una conspiración permanente "

HONORÉ DE BALZAC



"El mecanismo del Estado romano, desde Escipión el Africano hasta Augusto, permaneció mucho más estacionario de lo que generalmente se cree. Pero los grandes partidos son sólo en apariencia el centro de las acciones decisivas. Lo decide todo un pequeño número de cerebros superiores, cuyos nombres en este momento no son acaso los más conocidos."

OSWALD SPENGLER




Desde el final de la Primera Guerra Mundial y la creación de la Sociedad de Naciones, el deseo de consolidar un Nuevo Orden Mundial que regule diplomáticamente las relaciones internacionales viene sobrevolando las mentes de los expertos más avezados en geopolítica del último siglo. Paralelamente, la visión de una sociedad implacablemente gobernada por una élite tecnocrática que, bajo el manto de una aparente democracia, se vale del control burocrático de la educación pública y del sector económico y financiero (a través de las universidades, las empresas multinacionales y la Banca Mundial), el monopolio de los emporios mediáticos y la absoluta potestad para crear nuevos organismos globalizadores (UNESCO, OMS, OTAN, FMI, etc.), cautivaron la imaginación de multitud de literatos que a lo largo del siglo XX ofrecieron la inquietante descripción de un futuro en el que la Humanidad sería atomizada y esclavizada por un gobierno "invisible" de poder omnímodo y proporciones planetarias. Autores como A. Huxley o G. Orwell llevaron hasta sus últimas consecuencias las llamadas anti-utopías, alertando de la tiranía que el uso indiscriminado de los avances tecno-científicos y el control social por parte del Estado podían ejercer sobre la población de un futuro no muy lejano.

No obstante, no estamos hablando de ciencia ficción ni de paranoias conspirativas. Las pretensiones imperialistas del N.O.M. se corresponden perfectamente con el pathos del imperium mundi profetizado por Spengler. Esos "cerebros superiores" conforman la espina dorsal de las oligarquías que durante muchas generaciones han dominado un mundo sometido a la dictadura del Dinero. Pero esta hegemonía empieza a vacilar en cuanto formulamos la siguiente cuestión: es innegable que las decisiones políticas de mediana envergadura, las que aparecen a todas horas en prensa y televisión, se siguen llevando a cabo con dinero; pero en lo que respecta a la alta política del presente, ¿se desarrolla todavía por dinero? La respuesta es un simple y contundente no. Es la voluntad de poder y no de enriquecerse la que marca la pauta a las élites dirigentes, y ello desde hace mucho más tiempo del que se cree. Pero esta sutil variación de la tendencia es la que anticipa la índole del Cesarismo auténtico, para el que los hechos económicos no son sino un arma más al servicio de la constante actualización del Gobierno Mundial o Imperio como idea política.

El Club Bilderberg, el Club de Roma, la Comisión Trilateral, en cuyas fisonomías puede apreciarse la inconfundible impronta de ese imperialista nato que fue Cecil Rhodes, son ejemplos de que la alta política, la única que actualmente se preocupa del futuro, que tiene dirección, y por tanto, la única que cuenta para el mundo de los hechos, está al fin desligada de cualquier elemento "democrático": ideologías, partidos, mítines, elecciones... Al contrario, toda esa parafernalia es un instrumento cuidadosamente preparado para dicotomizar y confundir a la "opinión pública", mientras los mismos que han creado es paradigma pueden actuar con plena libertad de acción en sus planes de conquista.

Así pues, la partitocracia vigente está siendo paulatina y silenciosamente sustituida por una nueva forma de gobierno, forma que en las etapas sucesivas culminará con el retorno del mismo elemento dinástico que había sido reprimido durante más de dos siglos de repúblicas democráticas. De una parte, las dinastías del Dinero (Rockefeller, Rothschild, Carneige, etc.); de otra, las añejas dinastías de la Sangre (las grandes casas reales, como los Habsburgo). La lucha entre ambas facciones marcará el regreso de la Autoridad y el Honor como premisas indiscutibles para la nueva fase de Occidente en su sino particular: el Nuevo Orden Mundial, el Imperio Universal que simbolizará la última misión histórica de una raza cuya vitalidad se consumió hace mucho tiempo entre las brumas del pasado.