miércoles, 22 de abril de 2009

SOBRE EL TOTALITARISMO DEMOCRÁTICO (parte II)


"la televisión es, sin duda, el instrumento más eficaz para llegar a inculcar reflejos condicionados en la mayoría de la gente (…). Y así se va formando una masa sometida al embrutecimiento cotidiano de los media, acostumbrada a reaccionar pasionalmente, sin el menor espíritu crítico, plenamente sumisa a todo tipo de manipulaciones. Se pretende expresar y seguir la opinión, cuando en realidad ella ha sido fabricada por los media."


ALFREDO SÁEZ




¿Es posible un totalitarismo democrático? ¿Puede un régimen que se califica a sí mismo de "liberal" tiranizar al individuo en pleno siglo XXI, época en la que con mayor énfasis se ha usado y abusado del controvertido término de "libertad"?

Se habla a todas horas de la incuestionable autoridad de la "opinión pública", soberanía que oficialmente sustenta al sufragio universal. Pero ¿es realmente libre dicha "opinión" ? Más aun: ¿bajo qué criterios se legitima tan categóricamente el derecho a que las mayorías aplasten a cualquier minoría, y todo por el simple convenio de que la cantidad debe anteponerse a la calidad? (Séneca: "Los asuntos humanos no están dispuestos de tal modo que la mayoría prefiere las mejores cosas; todo lo contrario: la prueba de la peor elección es la muchedumbre".)

Sobre el primer punto, parece bastante sólida la hipótesis que afirma que allí donde hay elecciones, no puede haber nunca verdadera democracia, si por democracia entendemos aquel régimen que permite la prevalencia de aquella minoritaria opinión que ve en el ejercicio de la política antes un deber que un negocio.

"La democracia no existe. Ha sido secuestrada y sustituida por una partitocracia, que es la que nos rige y gobierna". Así de contundente se muestra José Martín Brocos Fernández, quien asegura que las fuerzas políticas vigentes, lejos de cumplir el cometido que las insta a representar la voluntad de sus electores, pactan con los poderes plutocráticos y financieros el poder disfrutar de una posición privilegiada a la hora de domeñar a la sociedad bajo la ilusión de su libre albedrío.

Brocos Fernández: "El poder, desequilibrado y sin control, es ejercido por los partidos políticos, dos o tres a lo sumo, máquinas férreas de control al servicio del mantenimiento del establishment, y por los medios de que comunicación comprados o silenciados que ejercen un poder omnímodo en la modelación de la masa social; masa integrada por el hombre del siglo XXI, un hombre mayoritariamente débil, inconstante, voluble, superficial, volcado hacia lo exterior, pusilánime y presuntuoso de si mismo y de sus propias fuerzas, lo que le ofusca e impide ser consciente de la espiral hacia una profunda sima en la que se encuentra inmerso, donde no hay más que vacío, desesperación y soledad."

Por tanto, según Brocos Fernández, estaríamos asistiendo a la mayor farsa que jamás ha conocido la historia: la propaganda electoral y la publicidad mercantil adularían al hombre-masa (por emplear un vocabulario orteguiano) haciéndole ver que su personalidad y su capacidad crítica son lo suficientemente óptimas como para decidir con su participación en los comicios el futuro político de su país, cuando la realidad es justamente la contraria. El individuo de la gran urbe, ser que por su debilidad de instinto es constitutivamente incapaz de pensar por sí mismo, se convierte bien pronto en blanco fácil para los agitadores sociales, quienes gracias a su demagogia logran instrumentalizarlo hasta que éste, creyéndose libre, termina por actuar tal y como sus caudillos lo quisieron desde el principio.

Brocos Fernández: "La libertad de elección en las urnas en democracia no existe. Hace años que asistimos a un monumental y generalizado engaño, nos venden que somos libres y que podemos decidir nuestro destino. El sistema ha engullido la libertad y convertido ésta en una quimera. La plutocracia empresarial-financiera y sus redes tejidas y superpuestas con el poder mediático y el poder político deciden, por lo menos en sus líneas generales y siempre en consonancia con poderosas organizaciones supranacionales, cómo se ha de vivir, qué tenemos que pensar, y cómo debemos actuar. El ciudadano-masa ha perdido su participación y el dominio del sistema. Se ha convertido en su rehén y paradójicamente en su principal defensor, explicable por el lavado de cerebro ideológico a que está siendo sometido a hora y deshora."

Una opinión parecida es la que defiende el conocido ensayista francés Alain de Benoist. Para él, las sociedades liberales han degenerado hasta desembocar en regímenes que, paradójicamente, comparten muchos puntos en común con los totalitarismos del siglo XX (comunismo y nazismo). De hecho, pese a que en ninguna de las democracias actuales podamos encontrar campos de concentración ni múltiples masacres perpetradas contra disidentes, existe una sutil censura (tanto más dañina por cuanto el sujeto apenas la advierte) que está siendo asumida en nuestros días por los poderes que manejan los llamados "mass media", auténticos imperios audiovisuales que permiten "ahogar" la voz de todos aquellos que se muestren disconformes con los intereses plutocráticos dominantes.

Alain de Benoist: "También se constata que, en las sociedades liberales, la normalización no ha desaparecido, sino que ha cambiado de forma. La censura por el mercado ha sustituído a la censura política. Ya no se deporta o fusila a los disidentes, sino que se les marginaliza, ninguneándolos o reduciéndolos al silencio."

De modo que el actual sistema democrático, muy al contrario de lo que pudiera parecer, ha demostrado que en el fondo persigue los mismos fines que ya en su tiempo trataron de alcanzar los regímenes totalitarios: reducir las naturales diferencias que enriquecen y fortalecen a la sociedad hasta convertirlas en pura homogeneidad, y todo ello mediante el control y la utilización permanente de los medios de comunicación como "armas de alienación masiva".

De nuevo Benoist: "La publicidad ha tomado el relevo de la propaganda, mientras que el conformismo toma la forma del pensamiento único. La "igualización de las costumbres" que le hacía temer a Tocqueville que hiciese surgir un nuevo despotismo, engendra mecánicamente la estandarización de los gustos, los sentimientos y las costumbres. Las costumbres de consumo moldean cada vez más uniformemente los comportamientos sociales. Y el acercamiento cada vez mayor entre los partidos políticos conduce, de hecho, a recrear un régimen de partido único, en el que las formaciones existentes casi sólo representan tendencias que ya no se oponen sobre las finalidades, sino tan sólo sobre los medios a aplicar para difundir los mismos valores y conseguir los mismos objetivos. No ha cambiado el empeño: se sigue tratando de reducir la diversidad a lo Mismo."

He aquí la explicación de por qué, pese a que las diferencias económicas entre los más ricos y los más pobres han aumentado durante las últimas décadas, podamos afirmar sin faltar a la verdad que las clases sociales, en su genuino sentido, han desaparecido por completo. Esta circunstancia la confirma el propio Benoist, quien al citar a Augusto Del Noce, explica que "el fracaso del sistema comunista constituye tan sólo la prueba de que el Occidente liberal era más capaz que él de realizar su ideal." También podríamos destacar aquí las palabras de Claude Pollin, el cual se muestra en la misma línea que los autores anteriores: "El hombre indiferenciado es "por excelencia" un hombre cuantitativo; un hombre que sólo difiere accidentalmente de sus vecinos por la cantidad de dinero en su posesión; un hombre sujeto a estadísticas, un hombre que reacciona espontáneamente según las estadísticas".

Y tenemos también, pues, la clave para entender el obsesivo interés que muestran las democracias liberales por postrarse ante la cantidad en detrimento de la calidad, puesto que de este modo, perfectamente planificado, consiguen que aquella minoría cuyo sentido común les ha permitido tomar plena conciencia y denunciar los abusos de la gigantesca impostura que es el actual sistema, sólo puedan representar una ínfima parte del total, por lo que sus voces quedan en el acto eclipsadas por las estadísticas que, por abrumadora mayoría, conceden el derecho a imponerse al manipulado pero ensordecedor griterío de la masa.

3 comentarios:

Martín dijo...

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CRIMENMALPENSAR dijo...

Muy buen blog. Justamente en este mes de Mayo recordamos el nacimiento de Oswald Spengler. Este es nuestro homenaje. Puedes hecharle una ojeada si quieres.
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Anónimo dijo...

saludos felicitaciones muy buen blog y buenos argumentos, soy estudiante de Ciencia politica le he dedicado tiempo a la investigacion para desenmascarar las relaciones de poder en la democracia... me gustaria contactar.
aqui te dejo mi correo:
bazan_ferrer@hotmail.com