lunes, 1 de diciembre de 2008

HOBBES, PRECURSOR DEL COLECTIVISMO


"¿Cuál es el motivo... de que los escritos de los geómetras sean científicos, mientras que los escritos éticos se limitan a ser -por así decirlo- verbalistas, si no es éste: los primeros fueron elaborados por hombres que sabían, mientras que los segundos fueron elaborados por hombres que ignoraban la materia tratada y únicamente se proponían poner de relieve su elocuencia y su ingenio?"


THOMAS HOBBES




El filósofo inglés Thomas Hobbes es considerado como uno de los principales discípulos del cartesianismo, aunque también podríamos encuadrarlo dentro de los precursores del pensamiento ilustrado.


Hobbes destacó por su posición intelectual, impregnada de racionalismo y mecanicismo. Su temprana aversión hacia la metafísica, junto con sus amplios conocimientos de física y geometría le impulsaron a desarrollar una filosofía que anticipó, sin duda, los postulados que pronto defenderán empiristas y materialistas.


Para Hobbes cualquier movimiento que acontece en el espacio es producto de la necesidad causal, rechazando de este modo la teoría cartesiana del "libre albedrío". De ahí se infiere que el hombre no tiene libertad para actuar bien o mal, dado que, según Hobbes, los valores morales dependen de la apreciación subjetiva de cada individuo, la cual determina su comportamiento.

Debido a esta negación de la moral objetiva, Hobbes se propuso crear un sistema en el que toda la vida humana estuviese regida no por los sentimientos o "pasiones" (que para los discípulos cartesianos eran una auténtica patología), sino por la "luz" de la razón, cuya ventaja estriba en que es capaz de "iluminar" a todos los hombres por igual.


En 1651, Hobbes publicó su obra más conocida, el Leviatán. En este libro el filósofo inglés expuso su Teoría del Estado Absolutista. Según su autor, el Estado ideal es aquel que sólo admite único valor absoluto: el de conservar la vida y evitar la muerte. Todas las demás suposiciones sobre la justicia o la injusticia nada tienen que ver con la naturaleza, sino con meros convencionalismos impuestos por la mayoría de los hombres. Por tanto, era necesario establecer una nueva "ciencia política" que se fundamentase sobre dos principios antagónicos: el egoísmo y el convencionalismo.


De hecho, Hobbes no dudó en aplicar el método geométrico a sus preceptos de ética social, concluyendo que las verdaderas "leyes naturales" debían surgir de la racionalización de los diferentes egoísmos individuales, asunto que retomaría Rosseau un siglo después en el Contrato social.


En total, se preescriben en el Leviatán hasta diecinueve leyes, muchas de las cuales dejan translucir los principios colectivistas que dominarán buena parte del siglo XX. Por ejemplo, la segunda de estas reglas exige que el individuo renuncie a su hipotético derecho de llegar a poseer todas las cosas, "y que se contente con poseer tanta libertad en contra de los demás hombres, como la que él les concedería a los otros hombres en contra de él". La quinta ley preescribe que cada hombre tiene la obligación de adaptarse a las exigencias de los demás, de suerte que tienda hacia la sociabilidad y reniegue de su opuesto: el egoísmo. Pero de entre todas ellas, quizá la más esclarecedora sea la novena: todos los hombres han de reconocer a sus semejantes como iguales por naturaleza, aniquilando cualquier relación cualitativa entre los individuos. Hobbes advierte que la infracción contra esta norma conduce al peor de los egoísmos: el orgullo.


Sin embargo, tales reglas sólo podían aplicarse siempre y cuando existiese también un poder supremo que garantizase su cumplimiento. Este poder recaía en el en el soberano o Estado, el cual no era sino el depositario de la suma de todos los pactos que los ciudadanos debían realizar entre sí. Como explica Hobbes, el poder del Estado era tan absoluto que el terror a contravenir su voluntad aplacaba cualquier intento de rebeldía egoísta:



"En efecto, mediante la autoridad que cada individuo ha concedido al Estado, es tan grande la fuerza y la potencia que le han sido conferidas y cuyo uso posee, que el terror que provocan es suficiente para conducir las voluntades de todos hacia la paz interior y hacia la ayuda recíproca en contra de los enemigos externos. En esto consiste la esencia del Estado... que es una persona de cuyos actos cada miembro de una gran multitud -mediante pactos recíprocos, cada uno en relación con el otro y viceversa- se ha reconocido como autor, para que pueda utilizar la fuerza y los medios de todos en la forma que considere beneficioso para la paz y para la defensa común".



Como hacen notar Giovanni Reale y Darío Antiseri en Historia del pensamiento filosófico y científico, la filosofía de Hobbes posee una "sorprendente analogía con respecto al esquema de las filosofías helenísticas, que hacían preceder... la física y la ética de una lógica (puesto que) coloca también una lógica antes del tratamiento de los cuerpos". Este corporeísmo ontológico, que según ambos autores posee unas características que "niegan la dimensión espiritual y, por tanto, la libertad y los valores morales objetivos y absolutos", ha sido puesto de relieve por diversos expertos como la consecuencia necesaria de la introducción de la geometría euclidiana y la física cuantitativa de Galileo en la ciencia política.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me podrías explicar de manera práctica y sencilla la relación entre la geometría euclidiana y el pensamiento de Hobbes??
Muchas gracias
sandra