martes, 12 de enero de 2010

LA MISERIA DEL EXISTENCIALISMO



"Un hombre no es otra cosa que lo que hace de sí mismo."

JEAN-PAUL SARTRE




Hablar de la filosofía humanista que engendró el siglo XX es hablar del existencialismo, corriente de pensamiento que aún hoy, ya inmersos en el siglo XXI, continúa gozando de plena actualidad dadas sus premisas ideológicas de un marcado trasfondo progresista. Sobre todo, el pensamiento del francés Jean-Paul Sarte ha modelado buena parte de la cosmovisión imperante, convirtiéndose en el autor predilecto a la hora de afrontar el problema ontológico que la Modernidad sigue planteando acerca de la Libertad.

Las conexiones entre el existencialismo y el feminismo radical (también llamado "ideología de género") son evidentes: en ambos casos se trata de de reducir al mínimo todos aquellos factores naturales (ya sean biológicos, histórico- culturales o circunstanciales) que constriñen a ese ente difuso e indeterminado al que llaman "conciencia", y al que suelen identificar con una "libertad" no menos difusa e indeterminada. Para esta ideología, pues, la historia del progreso humano es en realidad la historia de la emancipación del sujeto de todo aquello que impida o entorpezca su propia e infinita capacidad de autodeterminación. La pura voluntad o deseo sería a la postre lo único que debe guiarnos en esta tarea, ya que toda moral es por definición, según el pintoresco Sartre y sus acólitos, una coerción más que añadir a los factores naturales que ya de por sí lastran nuestra plena independencia.

La famosa sentencia de Sartre "la existencia precede a la esencia" significa romper de forma inequívoca con el pensamiento tradicional, para el que la esencia individual aparecía determinada desde el momento mismo de la concepción. Contradiciendo esta postura, Sartre llegó a afirmar que ni siquiera en nuestra primera infancia fuimos algo, sino más bien "nada", ya que por aquel entonces éramos tan inmaduros que aún no estábamos en condiciones de "hacernos a nosotros mismos", es decir, de elegir lo que queríamos ser (por tanto, "éramos" pero todavía no "existíamos") Asimismo, sólo puede valorarse lo que "es" una persona en el momento de su muerte, pues es aquí donde expira la posibilidad de decidir por parte del sujeto, apareciendo en consecuencia su biografía como esencia inmutable y conclusa.

A fin de cuentas, lo que hizo Sartre no fue solamente recuperar la noción de sujeto cartesiano, entendido como pura voluntad y capacidad de elección, sino que reintrodujo la creencia Aristotélica (y en parte también cristiana) de que son los hábitos o las acciones las que fundamentan el carácter y la personalidad del individuo. En efecto: Aristóteles creía que la virtud podía alcanzarse mediante la reiteración de los hábitos virtuosos; por su parte, el catolicismo tendía a menospreciar la particular esencia congénita de cada hombre para ensalzar la "salvación en las buenas obras", prédica que solía ir destinada a influir en el ánimo de los fieles de "voluntad débil"(en este caso la influencia del aristotelismo en Tomás de Aquino es decisiva).

Para ilustrar hasta qué punto las creencias existencialistas siguen estando vigentes en nuestra sociedad, reproducimos a continuación un extracto de un libro de "Filosofía y Ciudadanía" para estudiantes de 1º de Bachillerato:

"Muchas de estas consideraciones que rehuyen la idea del hábito, tienen un carácter pesimista, por cuanto de una u otra manera desconfían de las posibilidades de las personas para cambiar. Al hacer recaer el peso de la virtud sobre los aspectos heredados de nuestra personalidad, nos arrebatan algo específicamente humano: la libertad para decidir sobre lo que queremos ser, para ser los protagonistas de nuestro destino. Pero toda nuestra organización social está orientada en el sentido contrario: disponemos de sistemas de alabanza y censura morales, nuestra educación pretende imbuir buenos hábitos y construimos centros de rehabilitación para reformar los malos hábitos, todo lo cual parece indicar que las personas podemos dar forma o corromper deliberadamente nuestros caracteres. El cambio es posible, es un hecho de experiencia común que algunas personas dejan de beber, que otras se tornan más compasivas, que otras, en fin, se vuelven malas."

Por supuesto que estas argumentaciones carecen de sentido, pues, ¿cómo podemos saber si el borracho que deja el alcohol lo consigue porque también ha dejado de tener ganas de beber, o simplemente porque, tras ser convenientemente coaccionado por la sociedad, ha logrado reprimir tales inclinaciones? El hecho de que dos personas no beban no significa que ambas tengan la misma fuerza de voluntad; lo más probable es que una de ellas domine sus impulsos mientras que la otra, al no albergar en su interior semejantes deseos, no tenga la menor necesidad de ello. Siendo esto así, ¿bajo qué criterio debemos considerar a la primera como más más "virtuosa" que la segunda? Por otro lado, pensar del mismo modo que lo hace nuestro actual sistema de "reinserción social", sobre todo cuando hablamos de delitos de sangre, supone obviar que no hay ningún hombre malvado (y con mayor motivo si éste se halla preso) al que no le interese ofrecer una "versión mejorada" de sí mismo ante la sociedad. ¿Cómo podemos estar seguros, entonces, de si un criminal está arrepentido de sus hábitos pasados? ¿únicamente porque ahora, entre rejas y ante la atenta mirada de un batallón de psicólogos, actúa más compasivamente que antes? ¿y cómo diantres pueden esos psicólogos introducirse en la mente de ese criminal para constatar que, en efecto, está completamente arrepentido de las atrocidades que cometió y no son sus "nuevos hábitos" una forzada comedia con el objetivo de salir cuanto antes de la cárcel? Se mire por dónde se mire, se trata de una antropología que desconoce -o le conviene desconocer- lo que la experiencia y el sentido común señalan con meridiana claridad.

Sólo la dogmática fe en el perfeccionamiento del hombre permitió que durante largo tiempo se promocionaran esta clase de ideas. Pero ese tiempo ya ha pasado: hoy es el cinismo propagado por los descarnados intereses de poder lo que ha suplantado a toda superstición humanitarista. El existencialismo ha aportado al mundo contemporáneo la bandera de su espíritu libertino, mientras que a la par ha generado el caldo de cultivo para una "rebeldía contra el Sistema" que sólo ha cosechado aún mayor conformismo, dejando inerme a la juventud de cara a los proyectos de ingeniería social que las burocracias de los diferentes Estados de Bienestar han planificado, y cuyas consecuencias son por desgracia difícilmente reversibles.

4 comentarios:

Carlos Eduardo Pérez Crespo dijo...

Hola,

Le dejo mi blog porque creo que podría interesarle.

http://chicobilly.blogspot.com/

cordiales saludos.

Geviert-Kreis dijo...

saludos,

descubro su blog a través de un amigo en USA. Sería interesante hacer una lectura comparada (breves posts, con puntos de trabajo sobre las fuentes principalmente, más que exégesis) de las versión spengleriana de la "Decadencia" y la versión castellana. Se descubre más de una sorpresa. Saludos,
GK

HiProMark dijo...

Saludos amigos,
Los invito a revisar este trabajo y emitir sus opiniones: "Oswald Spengler ¿precursor del nacionalsocialismo?" publicado en Estudioscontemporaneos.org http://estudioscontemporaneos.org/2012/04/25/nueva-tesis-oswald-spengler-precursor-del-nacionalismo/

Cristian dijo...

Es importante conocer sobre distintos temas y como me dedico a investigar sobre filosofos y distintos temas literarios averiguo en internet sobre estas cosas. Ultimamente quería aprender acerca del existencialismo y de esta manera conocer sus principales estandartes